#Cuento Tengo la vaca atada
Queremos salir pero estamos quietos. Alguna vaca atada nos da tranquilidad ¿Es una cuestión de oportunidad o de decisión?
Se encontraban de viaje un maestro y aprendiz, cuando decidieron pasar la noche en un pueblo. El maestro se le ocurrió brindar una lección al aprendiz, pidiéndole que encuentre la familia más pobre del pueblo. Encontraron una casa muy humilde, prácticamente destrozada en techo y paredes, una familia compuesta por cinco personas semi-hambrientas con ropas de varios años de uso.
El aprendiz hace notar al maestro, que la fuente de supervivencia era una vaca. La vaca, que tampoco estaba en buenas condiciones, les proveía a la familia leche tanto para consumo personal como para la venta restante a los vecinos del pueblo.
En estas condiciones la familia, sobrevivía con lo que la vaca le ofrecía. Cada día, desde hace varios años, y así seguiría siendo, aunque por momentos se sentirían muriendo.
Durante la noche el maestro y aprendiz compartieron conversaciones con esta familia donde el lamento y el reclamo a vaya saber quién era la voz cantante de sus palabras. Quejas, lamentos y diálogos sin futuro.
Al otro día cuando abandonaron la casa, apenas horas muy tempranas de la mañana, fue cuando el maestro convertiría la enseñanza en realidad a su aprendiz. Se dirigió al establo, el maestro tomó la vaca por sus riendas y a paso constante aunque lento, se dirigió a un precipicio que estaba a menos de cien metros. Empujó a la vaca, débil de defenderse, hacia el vacío.
El aprendiz, en un estado de animosidad de asombro y miedo, le grita al maestro cuestionando su accionar, y resaltando que era el único sustento que mantenía no solo a la vaca, sino también a toda a una familia alrededor de ella. El aprendiz entre idas y vueltas incuestionables, acuso en su accionar, a que el maestro había llevado a la familia a una muerte segura…
Durante varios años este encuentro quedó sin cerrar. El maestro y aprendiz, luego de una década volvieron al mismo pueblo, mismo lugar de aquel momento de enseñanza aparente, o de disgusto dependiendo con quien dialogaras.
La casa humilde ya no existía, ahora en su lugar existía una casa con colores, arbolada, floreada y de una apariencia deslumbrante rodeada de zonas cultivadas. El aprendiz pensó inmediatamente que esa familia que había conocido había muerto y que otra había tomado su lugar. Pero al llamar a su puerta, su asombro lo dejó inmovilizado, al reconocer que las caras de los integrantes de la familia que había conocido originariamente.
Pero qué ha sucedido preguntó abiertamente el aprendiz. El padre de familia, contó que un día hace diez años atrás, la vaca con la que vivíamos y era nuestra fuente de subsistencia desapareció. Al desaparecer la vaca, nos desesperanzamos. Teníamos que sobrevivir. Empezamos a buscar otras maneras de conseguir lo que antes nos daba la vaca. Probamos cultivos, plantaciones florales, y hasta conocimos un río lleno de pescados que nunca habíamos ido pese a estar muy cerca de nuestro hogar.
Lo que empezó para lograr la subsistencia, luego con los sobrantes comenzamos a desarrollar un pequeño negocio hacia los vecinos del pueblo.
La desaparición de la vaca, pudo haber tomado dos caminos uno de ellos era la consecuente muerte. Tomar la decisión de cambiar, por obligación o por necesidad, nos brindó una nueva posibilidad.
Queremos avanzar pero nos quedamos. Queremos salir pero estamos quietos. Alguna vaca atada nos da tranquilidad. La misma vaca que no nos permite seguir con nuestro verdadero Propósito Extraordinario y animarnos a nuevas posibilidades. ¿Es una cuestión de oportunidad o de decisión?
Fuente: Anónimo, Cuento Polular
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