Una canción para las almas que olvidaron que eligieron esta vida.
Para quienes transforman sus grietas en guías, y su dolor en arte.
Porque ser humano no es caer… Es recordar quién sos mientras te volvés a levantar.
Letra
[VERSO 1]
Había una vez un alma que, antes de nacer,
se detuvo en el borde del universo
y eligió una vida humana.
No lo hizo por deber, sino por amor:
quería sentir el dolor y la alegría,
el olvido y el recuerdo,
quería aprender la transformación
desde adentro, donde ni los ángeles llegan.
[PRE-CORO 1]
Al nacer, esa alma olvidó su elección.
Creció entre exigencias, miedos y expectativas,
donde cada caída pesaba como una sentencia
y cada error parecía una marca eterna.
A veces deseaba no haber venido,
a veces creía que su dolor no tenía sentido.
[CORO]
Pero nunca estuvo sola.
Porque en cada noche oscura
aparecía una grieta, una luz del alma:
una cicatriz dorada cerrando lo roto,
kintsugi del espíritu,
hilando dignidad en cada herida.
[VERSO 2]
Un día, entre el caos de su vida,
recordó un sueño de la infancia:
quería unir corazones rotos,
quería enseñar a otros
a recordar quiénes eran.
Comprendió que su propósito
no era evitar el dolor,
sino transformarlo en camino.
[PRE-CORO 2]
Que la resiliencia no era resistir,
sino despertar desde la herida,
que cada golpe era un llamado,
que cada sombra tenía sentido.
[CORO]
Porque nunca estuvo sola.
En cada noche oscura
aparecía una grieta, una luz del alma:
una cicatriz dorada cerrando lo roto,
kintsugi del espíritu,
hilando dignidad en cada herida.
[PUENTE]
Y desde entonces, cada grieta fue guía,
cada caída, una danza hacia el centro.
Empezó, por fin, a ser humana:
alma que despierta, alma que recuerda,
alma que vuelve a brillar.
[OUTRO]
Y ser humano, entendió,
es sanar con propósito,
amar con cicatrices,
y brillar incluso en la oscuridad…
como el alma que un día eligió venir
solo para aprender a iluminar.













