Cierro este 2025 con una sensación tan contradictoria como reveladora.
Lo digo en primera persona, porque lo vivo en cada encuentro al que entro: ejecutivos rodeados de dashboards brillantes, hablando de “agentes de IA”, mientras en sus ojos leo otra cosa.
No es visión estratégica; es ansiedad sofisticada.
La ironía es brutal: estamos intentando apagar incendios con las mismas mangueras rotas que provocaron el fuego… y, encima, ahora los robots nos apuntan con láseres desde el futuro.
Y no, no hablo de ciencia ficción. Hablo de decisiones ejecutivas del presente.
La postal del 2025: IA para todos, comprensión para pocos
ChatGPT, Gemini y sus variantes ya crearon un ecosistema donde el acceso dejó de ser el problema. La brecha real es otra: la comprensión.
Una mitad quedó atrapada en tutoriales pendientes, prompts guardados “para cuando haya tiempo”, experimentos a medio camino.
La otra mitad —la que firma los presupuestos— presiona por ROI inmediato, influenciada por promesas virales, hype exagerado y un desconocimiento profundo del impacto real de la IA en los flujos de trabajo.
La evidencia lo respalda: McKinsey señaló este año que más del 70% de las empresas adoptó IA generativa, pero casi el mismo porcentaje no pudo capturar valor significativo con ella.
No falla la tecnología: falla el liderazgo, la cultura, la mentalidad. Justo lo que advierte el Elefénix Negro: No es falta de IA. Sobra inercia.
La paradoja emocional que trae el 2026
Lo que observo es una paradoja que ningún ejecutivo quiere nombrar:
queremos que la IA nos muestre el futuro, pero no estamos dispuestos a desaprender el pasado.
Ese es el Elefante en la Habitación del modelo: la cultura que protege lo viejo.
Ese es el Cisne Negro: la velocidad impredecible que ya invalidó la planificación lineal.
Ese es el Fénix: la oportunidad de renacimiento que nadie quiere pagar con esfuerzo.
Todo simultáneamente.
Y esta colisión invita a un sincericidio profesional: los líderes del 2025 no tienen un problema tecnológico; tienen un problema de mentalidad.
2026 exigirá algo distinto:
valentía cognitiva,
seguridad psicológica para discutir lo incómodo,
capacidad de quemar modelos que ya no funcionan.
No se trata de añadir “IA” a las herramientas operativas.
Se trata de rediseñar el sistema operativo/administrativo completo del negocio.
El aprendizaje que 2025 nos deja entre las cenizas
Este año dejó tres lecciones que ningún C-level debería ignorar:
1. La eficiencia no es reinvención.
Reducir tiempo de tareas no modifica la competitividad.
Las ganancias marginales no salvan empresas exponencialmente amenazadas.
La reinvención exige rediseñar flujos, no digitalizarlos.
2. El mayor riesgo no es equivocarse, sino no experimentar.
Los líderes que esperaron “madurez tecnológica” quedaron rezagados.
El Portafolio Fénix es claro: proteger un 10–15% para apuestas de IA es obligatorio, no aspiracional.
3. La cultura sigue siendo el firewall más poderoso.
Sin seguridad psicológica, no hay aprendizaje.
Sin aprendizaje, no hay adopción.
Sin adopción, la IA es solo un juguete caro.
Esto ya lo hablamos hace mucho, en la mentalidad ECO–EXO:
no podemos crear abundancia con creencias de escasez.
¿Qué espero del 2026? Una batalla distinta.
No entre humanos y máquinas, sino entre líderes que entienden la transformación… y líderes que todavía creen que “esto es una moda”.
El 2026 será el año donde el talento que aprendió, practicó y desaprendió tendrá ventaja sobre quienes lo delegaron en consultoras.
Será el año donde los negocios que rediseñaron su identidad —no solo sus procesos— podrán escalar hacia modelos regenerativos.
Y será el año donde muchos descubrirán, quizás tarde, que la IA no reemplaza trabajos… reemplaza mentalidades que no evolucionan.
La metáfora del bombero y los robots con láser
Un bombero enfrentando un incendio monumental mientras robots futuristas le apuntan con láseres. No parece tan irónico como lo era hace 10 años atrás.
Porque así cerramos el 2025:
apagando fuegos del presente con herramientas del pasado,
mientras amenazas del futuro nos iluminan la espalda.
La pregunta es simple:
¿Seguiremos agachados protegiendo la manguera…
o levantaremos la mirada para liderar el incendio y los láseres al mismo tiempo?
Yo elijo lo segundo.
Y espero que el 2026 nos encuentre con el coraje suficiente para hacerlo posible.
Si estás recibiendo este correo por primera vez es que te has inscripto directo, te ha referenciado un amigo, o producto de la sincronización automática de mis listas de contactos, Linkedin y otras redes sociales, en caso que no te interese estos contenidos puedes desuscribirte con la opción que figura debajo en este newsletter.🚀 Coordinemos una sesión para generar la transformación que necesita tu empresa 💡 No esperes a que la disrupción golpee y te deje fuera del mercado ⏳ ¡Anticípate con contenidos para soñar, creer y crear el futuro! 🌍 Contáctame y juntos diseñaremos la transformación digital y exponencial 📩 que necesita tu organización 📈





















