Al atardecer del 2024, despidiéndose con el abrazar del amanecer del 2025, me encuentro, como cada año, en una profunda reflexión sobre el propósito de la vida y la inmensa oportunidad que tenemos ante nosotros para transformar nuestras existencias para un futuro mejor.
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"Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito.", Aristóteles
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Hoy, quisiera compartirles una invitación a compartir juntos un viaje de autodescubrimiento, crecimiento y renovación de cómo observamos el mundo, inspirado por la sabiduría de los grandes pensadores, la profunda belleza de la naturaleza que nos rodea y los cambios impactantes que estamos viviendo en esta era de inteligencia artificial.
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Desde hace unos meses estamos viviendo en tiempos de transformación acelerada, exponencial y sistémica, donde la inteligencia artificial y otras innovaciones tecnológicas están redefiniendo la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
Esta revolución de la inteligencia artificial trae consigo una mezcla de emociones: la emoción de descubrir nuevos superpoderes y posibilidades para un futuro mejor, pero también el miedo y la preocupación por lo desconocido y el posible impacto negativo.
Es en este contexto BANI (iniciales de las palabras en inglés quebradizo, ansiedad, no lineal e incomprensible) de cambios disruptivos que debemos encontrar nuestra ancla interna, nuestro propósito invisible, y aprender a navegar las olas del tiempo con sabiduría, templanza y coraje.
Imaginemos por un momento el extenso océano, donde cada ola que se forma es visible, palpable y medible. Estas olas, con su espuma resplandeciente, representan los momentos de nuestras vidas: los triunfos que celebramos, los desafíos que enfrentamos, las alegrías que compartimos y las lecciones que aprendemos.
Heráclito, el filósofo griego, nos enseñó que "todo fluye y nada permanece".
Esta verdad resuena profundamente en nuestra experiencia diaria, especialmente en estos tiempos de cambios tecnológicos. Cada ola que se rompe en la orilla es pasajera, pero forma parte de un todo inmenso y eterno.
En el año que dejamos atrás, seguramente cada uno de nosotros ha experimentado innumerables olas. Algunas han sido turbulentas, otras tranquilas, pero todas han contribuido a nuestro océano personal, a nuestro sentido de fluir en la vida, a nuestro propósito.
La irrupción de la inteligencia artificial ha transformado industrias enteras, ha cambiado la naturaleza de muchos trabajos y ha alterado la manera en que interactuamos con el mundo. Y lo seguirá haciendo durante este próximo futuro.
Al iniciar este nuevo año, los invito a reconocer y valorar cada una de esas olas. Aprendamos a navegar nuestras experiencias con adaptabilidad, resiliencia y agilidad, entendiendo que, aunque cada ola es transitoria, su impacto en nuestro ser es significativo y permanente.
Es en esta aceptación de la impermanencia y la transformación donde encontramos la calma para enfrentar lo impredecible del futuro, sabiendo que cada desafío es una oportunidad para crecer y cada alegría una bendición que enriquece nuestra alma.
Antoine de Saint-Exupéry, en su célebre obra El Principito, nos recordó una verdad fundamental: "Lo esencial es invisible a los ojos".
En un mundo donde lo tangible y lo visible a menudo dominan nuestra percepción, especialmente en una era donde la tecnología y la inteligencia artificial nos rodean, es clave recordar que lo más valioso reside en lo intangible.
Nuestro propósito extraordinario, esa llama interior que arde con pasión y sentido, no siempre es evidente a simple vista. Es una búsqueda que requiere introspección, conexión con nuestro ser más profundo y una escucha atenta a la voz silenciosa de nuestro corazón.
Este año, los invito a emprender esta búsqueda personal. Dedica tiempo a la reflexión, medita sobre lo que realmente te apasiona y lo que da sentido a tu vida.
No te conformes con lo superficial; busca aquello que hace eco con tu esencia más auténtica. Al descubrir y abrazar tu propósito, te encontrarás viviendo con una claridad y una determinación renovadas, capaces de guiarte a través de cualquier tempestad que el océano de la vida, pueda presentarte.
Encontrar nuestro propósito no es simplemente un acto de descubrimiento, sino un compromiso con la esencia del sentido del ser.
Nuestros sueños son las semillas de nuestra realidad futura. La verdadera magia ocurre cuando nuestros sueños se fusionan con la creencia en nosotros mismos y se materializan en acciones concretas.
Ralph Waldo Emerson nos recuerda que "lo que está detrás de nosotros y lo que está delante de nosotros son asuntos insignificantes comparados con lo que está dentro de nosotros".
En un mundo donde la inteligencia artificial puede automatizar tareas, cambiar la naturaleza del trabajo y ser más efectiva, es más importante que nunca mantener viva la energía de nuestra creatividad, nuestra humanidad y ser más afectivos.
"Soñar, creer y crear" no es solo una frase inspiradora, sino un llamado a la acción. Al consolidar estos conceptos en el presente y en primera persona, adoptamos una postura de empoderamiento personal. Decir "Yo creo" es afirmar nuestra capacidad de influir en nuestro destino, de transformar nuestros sueños y visiones en realidad tangible, hacia el hacer y aprender.
Este año, comprometámonos a soñar con coraje, a creer en nuestra capacidad de lograr lo que nos proponemos y a crear con intención y pasión, incluso en un mundo cada vez más impredesible.
Seas religioso o no, toma esta metáfora para hablar del renacimiento que te propongo realizar en este nuevo año.
En la tradición del bautismo, la vela simboliza la luz que recibimos del cirio pascual, una energía y fuerza celestial que ilumina nuestro camino desde el renacimiento.
Esta vela, cuando nos acercamos a ella, nos permite sentir el calor de esa poderosa fuerza, recordándonos la conexión entre lo divino y nuestro ser interior.
Como bien dijo el poeta Khalil Gibran, "la luz es más débil en quien no la sostiene", y asi un simple soplido la puede apagar.
La vela del bautismo es un recordatorio de que, aunque poseemos una energía inmensa, también somos conscientes de su fragilidad.
En este mundo de constantes transformaciones desde la tecnología, estos cambios nos pueden parecer abrumadores y a veces deshumanizantes, es esencial cuidar de nuestra luz con intención y propósito. Debemos alimentarla con acciones significativas, pensamientos positivos y una dedicación constante a nuestro crecimiento personal.
Esta dualidad de la vela – poderosa, pero frágil – nos invita a ser guardianes de nuestra propia luz. En el año 2025, comprometámonos a proteger y alimentar esa llama interior, reconociendo que nuestra fuerza reside tanto en su brillo como en nuestra responsabilidad de mantenerla encendida. Al hacerlo, aseguramos que nuestra luz no solo ilumine nuestro camino, sino que también inspire a quienes nos rodean.
La vela del bautismo nos enseña, como nuestro propósito, con la luz como guía, pero requiere de nuestra atención y cuidado constante para mantenerse encendida en medio de las olas y las tormentas de la vida.
Más allá de nuestras experiencias individuales, este año nos enfrenta a una oportunidad única para cultivar un futuro mejor, lleno de humanidad. En un mundo a menudo marcado por la división y el conflicto, y ahora también por el impacto de la inteligencia artificial y la automatización, somos llamados a ser guías de afectividad y efectividad.
Al navegar nuestras propias olas con sabiduría, templanza y coraje, podemos descubrir y seguir nuestro propósito más profundo, soñar, creer y crear con convicción, y cuidar de nuestra luz interior, y así nos empoderamos para influir positivamente en el mundo que nos rodea.
La transformación personal no es un viaje solitario. Es un viaje colectivo donde cada uno de nosotros, al trabajar en nuestro propio crecimiento y bienestar, contribuye a la creación de una sociedad más compasiva, empática y poderosa.
En este año 2025, los invito a visualizar un futuro donde cada uno de nosotros vive con propósito y pasión, desde un corazón abierto y una mente clara. Un futuro donde nuestras acciones están alineadas con nuestros valores más profundos y donde cada día es una oportunidad para crecer, aprender y amar más plenamente.
Imaginemos juntos un mundo donde las olas de nuestras vidas fluyen con armonía, donde lo invisible –nuestro propósito y nuestras intenciones– guía cada una de nuestras acciones, y donde el "Yo creo" en cada uno de nosotros se convierte en un mantra que impulsa la creación de un entorno más humano y poderoso.
Lao-Tsé, plantea que no hay imposible si hay voluntad: "El viaje de mil millas comienza con un solo paso."
Que cada ola que enfrenten, cada propósito que descubran, cada sueño que crean y cada vela que enciendan les acerque más a la mejor versión de ustedes mismos y al futuro que desean ver en el mundo.
Juntos, podemos navegar las olas del tiempo, descubrir lo esencial invisible y consolidar nuestros sueños en realidades concretas, construyendo un mundo para un futuro mejor.
¡Feliz Año Nuevo 2025!
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